lunes, 18 de agosto de 2008

Yo También.

...y yo también extraño tus ojos, ellos y mirarlos, y conocer qué sentías y qué sientes cuando miran los míos. Y lo he escrito en tinta para que no se borre. Porque también tenía un lápiz, todavía lo tengo. Y también ´´cuchucientos´´ bolígrafos más. Pero me dió la gana de escribir con éste (pesadísimo por cierto) por lo menos el principio. Bueno, sigo con los ojos. He visto tus ojos rojos a veces, a veces no. Y tú los míos, también rojos a veces, todavía, y otras no. Pero también lloran, porque son ojos, no importa el color, todos lloran. Y qué cosa! Fíjate que me hacen una falta del carajo. Nada que ver con teléfonos celulares. Antes no existían y la gente se comunicaba igual o mejor, porque los celulares pierden la señal a veces, mi cerebro también, pero me sigo comunicando con o sin señal, me comunico conmigo mismo por lo menos, un celular sin señal y un cenicero para motocicletas es igual de inútil. Pero cuando no es que tú no llamas es que yo no te llamo a ti. Como me gustaría no solamente hablar por teléfono siempre que quiera contactarte, sino vernos más a menudo, escucharte y compartir contigo cómo fue mi semana, qué me intriga, cómo me he sentido, en fin, comunicarnos más frecuentemente. Es que eres de las pocas personas (poquísimas, casi en extinción) que me escuchan y además me entiendes (sin necesariamente darme la razón). Y cuando no me entiendes, respetas mis puntos de vista. A veces pienso que fuiste así alguna vez (o aun lo eres) y por eso se te hace más fácil (o menos difícil) entenderme, al menos eso creo, no sé. El punto es (el asterisco peinado) que te extraño. Abajo, muy abajo, así es como a veces me siento. Pero no quiere decir que esté mal, sino que no es la manera más agradable y cómoda de sentirse, a veces lo disfruto, he aprendido a manejarlo. No se puede hacer nada cuando no hay nada que hacer además de nada, de nada, de mucho, de todo.

Esto lo escribí el 16 de Noviembre del año 2006 a las dos de la madrugada, horizontal sobre mi cama mientras contemplaba mi techo rojo y escuchaba música (no recuerdo exactamente que música). Lo dedico a uno de los dos hombres que más amo: mi padre.

No hay comentarios: